como quitar el veneno de la berenjenas

Las intrigas y las traiciones palaciegas son cosa de toda nuestra dinastía, pero -a decir verdad- hasta en eso antes eran mucho mejor que ahora.
Mi tío el Conde murió después de que lo apuñalara con un cuchillo de hielo una actriz que se hizo pasar por su esposa durante cinco años, tiempo en el cual él jamás sospechó que estaba con una impostora.
Mi abuelo el Duque se suicidó arrojándose desde la parte superior de la torre del castillo después de que, durante dieciocho años, un grupo de advenedizos que se hizo pasar por su corte le hiciera creer que podía volar.
Mi tía, la Reina, le negó la corona a su propia hija y se la entregó al chofer del carro real gracias a que una complicada red de arteras mentiras le hicieran creer que esa hija no era legítima. El chofer, luego convertido en rey, envió a mi tía y a su hija deportadas a Siberia, donde murieron de frío y hambre.
Todas intrigas rebuscadas y pensadas al detalle.
Ahora que yo soy el príncipe, ¿con qué me encuentro?
¡Lo único que se les ocurre a mis traidores es envenenarme las berenjenas!
Encima me doy cuenta, porque están apenas hervidas -como a mí me gustan- pero vienen espolvoreadas con veneno para ratas.
Mientras pueda sacar el veneno de las berenjenas, mi vida continuará en paz y ya no seguirán muriendo inútilmente mis catadores.
Realmente estoy deprimido y defraudado: mis asesinos, ¿no creen que merezco morir de una manera un poco más rebuscada y más acorde con mi linaje?