Esta búsqueda me hizo recordar una anécdota real que me tuvo por protagonista.
Años atrás trabajé en el centro de cómputos de un supermercado.
Como una cuestión de rutina, siempre aparecía algún "contrabando" en la oficina con el cual engañar el estómago más no la balanza.
Una vez estaba comiendo de un pote de flan casero estando de pie detrás de mi compañero de ofinicia, que estaba sentado frente a su PC y entre ambos analizábamos vaya a saber que cosa.
En eso andábamos cuando entró de sorpresa el subgerente con no se qué pregunta.
Como todo un profesional experimentado en estas lides, llevé mis brazos a mis espaldas ocultando el postre para evitar una posible sanción por comerme un flan y de esta forma arrastrar al comercio a la inevitable quiebra (esos solían ser los argumentos, bah).
¡Estuve como media hora con los brazos atrás, charlando y disimulando, siempre de frente a mi jefe!
Luego de ese tiempo, escuchamos un ruido metálico.
A mis espaldas, detrás de mis talones, se me había caido la cuchara.
Los tres miramos la cuchara, nos miramos a los ojos, volvimos a mirar la cuchara, cada uno con una expresión muy distinta en la cara.
¿Cómo explicar lo inexplicable?
Te odio, cuchara buchona.
Viaje a Cuzco
Hace 10 años
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Otra cuchara buchona es esa que revuelve, dale que te dale el café, haciendo ese sonidito particular, en el silencio exacto que se produce en una charla entre un hombre y una mujer...cuando la dama dice: "Tenemos que hablar..."
¿no?
Muy cierto lo suyo.
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