En el recreo de la escuela jugamos a los cowboys. El otro día, cuando mi compañero me mató yo actué mi muerte a la perfección: caí al piso, rodé y quedé inmóvil en el patio. Seguí haciendo el muerto durante la hora de lengua y casi, casi, me quedaba hasta después de que cerraran la escuela, si no fuera porque la portera me encontró, me dio dos sopapos y me obligó a pararme. "Es que estoy muerto, señora", le traté de explicar. "Muerto vas a quedar si te doy un escobazo", dijo mientras me pateaba.
Mañana ya sé lo que voy a hacer: para que mi muerte sea más creíble, voy a dejar de respirar. Así aprende esta mujer lo que es tomarse en serio un juego.
Viaje a Cuzco
Hace 10 años
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grosa la búsqueda...
Compromiso con la situación, que le dicen.
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