con que se puede remplazar el ketchup

No puedo hacer menos que lamentarme.
Meses... meses haciéndole el verso a mi vecina, años arrastrándole el ala y batiéndome a duelo contra su indiferencia.
Logré que aceptara ¡por fin! la invitación de cenar en mi departamento.
Entré en pánico: ¿y si fallaba en mi primera -y seguramente única- oportunidad?
Todo debía ser perfecto: la música, la iluminación, la odorización de los ambientes, cada pliegue de las cortinas mientras ondean por el viento, el vino, la posición del sofá brindando una vista privilegiada y romántica de la ciudad... todo.
Traje la comida a la mesa: casera pero refinada, sofisticada pero sin ingredientes que sean sensibles de ser rechazados y cuidándome mucho de los sabores fuertes. Un gourmet no podría haberlo hecho mejor.
El clima íntimo era ideal y todo se deslizaba como un cubito de hielo por la mesada de granito pulido.
"¿Tenés ketchup?", preguntó mi dama.
Los colosos que sostienen al mundo quebraron sus rodillas y todo el universo se vino abajo.
No, no tenía ketchup.
Por Dios, la vida misma se me iba por el desagüe. ¡No podía fallar, no, no podía!
Y pensé: en las películas reemplazan la sangre por ketchup y no se nota la diferencia... ¿y si hago al revés se notará mucho?
Compréndame, oficial, yo no quería fallar y ella no me había dejado alternativa.