Cuando murió mi esposo, el faraón Menefreg, acabó mi martirizante matrimonio.
Casarse por designios paternos con un jovencito pedante de 13 años, que se creía el hijo de un dios, fue la peor pesadilla imaginable.
No era capaz de hacer nada por si mismo.
Yo tuve que ser su eterna esclava por los dos años que duró esta tortura.
Él, él, él y él.
Así funcionaba su mundo.
Pero se murió. Que vaya a llorarle a su papito Amón-Ra.
En su pirámide hicieron colocar la mayor parte de sus tesoros y a mi me pidieron comida para su largo viaje hacia el otro reino.
¿Sabés qué?
Yo le dejo algunos costales de harina de trigo, algunas docenas de huevo, unas cuántas ánforas de agua fresca y tres o cuatro porquerías más.
Y si quiere comida, que se cocine solo.
Viaje a Cuzco
Hace 10 años
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Y encima te dejó todo el palacio para vos solita y ahora te podés empezar a dar la gran vida!
El vaso medio lleno diriamos.
y se queja... Si hubieras sido Mochica en lugar de Egipcia te enterraban con él para que le cocines.
Un último bifecito, un paty, unos fideos con manteca. Hasta te hubieras podido dar el gusto de envenenarlo, total ni se iba a enterar.
¡Andá a que te cocine Doña Petrona ,salamín!
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