tarjetas con nombres para sentar a comensales

Llevamos días discutiendo por la misma estupidez.
Mi mujer insiste en que mi idea no tiene sentido; yo digo que es la solución a nuestros problemas.
La cosa es así: vinieron los parientes de ella a pasar unos días -unos larguísimos días- y, a decir verdad, yo no me puedo acordar los nombres de todo ese malón. El tío Pedrito, el tío Jorgito, la tía Meneca, la abuela Gloria, las gemelas Marisa y Melisa, el abuelo Roque, la tía solterona Elsa, la bisabuela Magdalena, mis tres cuñadas con sus hijos, sus maridos y sus mascotas... ¡Encima se me ofenden si los llamo por otro nombre! Para colmo me tomaron la casa y se me sientan en cualquier lugar: sobre la mesa, sobre la cocina, en el lavadero, arriba del televisor... ¡Incluso se sientan sobre las sillas!
¿No es una buena idea hacer tarjetas con sus nombres, dejar las tarjetas en el piso, y que cada uno se siente sobre la tarjeta?
Es verdad, si se sientan sobre la tarjeta ya no puedo leer el nombre. Pero por lo menos logro que no me anden dando vueltas por toda la casa, revoloteando como moscas.