Antiguamente, cuando un ejército enemigo quería arrasar con una fortaleza, los soldados que debían resistir el asedio y que se sabían inferiores en número dejaban a un lado las armas, conseguían varios kilos de berenjenas y se concentraban en un pacífico ritual que consistía en: ponerse un delantal, pelar las berenjenas, cortarlas en rodajas, cubrirlas con pan rallado, ajo, perejil y huevo batido, cocinarlas en un hornillo de leña e invitar al enemigo a degustar un rico plato de milanesas de berenjena.
Muchas veces el enemigo se veía seducido por esta muestra de arte culinario, se mostraba aplacado y benevolente, y firmaba un tratado de paz y amistad.
Desde ese entonces se entiende que cuando una persona quiere aplacar a su enemigo debe decirle "vení cuando quieras a comerte la berenjena calentita que tengo para vos"
Viaje a Cuzco
Hace 10 años
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Los que ya no creen en esas invitaciones son los troyanos.
En mi barrio hay un vendedor ambulante de pescado que lo ofrece casi en esos términos.
Por otro lado, hay berenjenas en escabeche que hasta hacen que uno considere un tratado de libre comercio.
Bueno... mirá lo que pasó con esto de las berengenas, a partir de ese pacífico ritual:
Miles de años atrás dijo el sultán de Persia: "¡Qué maravilla!"; él nunca había probado la berenjena y la estaba comiendo en fetas condimentada con jengibre y hierbas del Nilo. Entonces el poeta de la corte exaltó la berenjena que da placer al paladar y en la cama hace milagros porque para las proezas del amor resulta más estimulante que el polvo de dientes de tigre y que el cuerno rayado del rinoceronte.
Un par de bocados después, el sultán dijo: "¡Qué asco!", y entonces el poeta de la corte maldijo la berenjena traidora que retarda la digestión, llena la cabeza de feos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos hacia el abismo del delirio y la locura.
Alguien malicioso comentó: "Apenas ha elevado a la berenjena al paraíso y ahora la está arrojando al infierno", pero el poeta, que era un profeta de los medios de comunicación de masas, puso las cosas en su lugar: "Yo soy un cortesano del sultán, no un cortesano de la berenjena".
Te saludo!
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